miércoles, 10 de junio de 2009

Un trocito de otoño.

Decir que la percepción del tiempo es subjetiva y por tanto depende de la experiencia personal de cada individuo es la típica frase que uno dice para quedar de profundo y enarcar una ceja con sonrisa autosuficiente,  y que suele tener como típica respuesta el silencio o un justificado "¿y?".

Lo que no quita que sea absolutamente cierto: este año, por ejemplo, el trabajo de sol a sol en el algodonal ha hecho que no sea consciente del paso de las estaciones. Sí, sé que ha llovido, que ha hecho frío y calor y que hemos ido cambiando una y otra vez el vestuario, pero me he perdido la sensación de las estaciones. La calidez en la piel de los primeros rayos de sol calientes en primavera, el fresco revitalizador y cortante del invierno en la cara, y sobretodo, el olor de las hojas caídas y la lluvia en otoño.

Vale, suena a ñoñería sentimentaloide, pero el otoño es mi estación del año favorita y he extrañado una barbaridad el andar por la Avenida de Castelao, con mi paraguas y mis botas, viendo como el viento mece los árboles, oliendo la humedad y las castañas asadas del puesto del barrio. 

Este año, con el trabajo en la plantación, mi vida se ha reducido a casa-bus-algodonal-bus-casa, con breves recesos semanales para la noche animera y la partida del sábado. En cambio, ayer quede para tomar algo, y no sólo disfrute la grata compañía y los productos de la tierra, si no que el tiempo desapacible de estos días me ha regalado un trocito de otoño en el paseo de vuelta a casa. Las mismas sensaciones que tendría que haber tenido en el otoño, a día 9 de junio. Durante un rato, la tensión constante ha desaparecido, y hasta he retrasado la vuelta a casa para alargar ese momento de paz.

No quiero perderme más otoños, nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ánimo Tanis, que la temporada del algodón está llegando a su fin y podrás descansar. Ummm tendrás tiempo de venir a vernos?. Un saludo. María.

E. D. Teach dijo...

A ver si en verano puede ser. ;)